martes, 15 de octubre de 2013

Operación cizaña

En “La Fiesta del Chivo” Mario Vargas Llosa elabora una notable descripción de una dictadura en la cual “un hombre que no suda tiraniza a más de tres millones de personas sin saber que se gesta una maquiavélica transición a la democracia” y que usa los más implacables métodos para destruir a sus enemigos, pero fundamentalmente a los amigos caídos en desgracia. Como un perverso se apropia de las mujeres de sus ministros y hasta de sus hijas, con aquella supremacía imperial romana del que puede lo más puede lo menos.

El G2 cubano, que instalado en Venezuela sabe lo humano y lo divino, para tener al gobierno en sus manos, considerado como el segundo aparato de inteligencia del mundo, después de Israel, no descarta ningún mecanismo ni se para en menudencias para poder sostener al tallo que les permite extraer la savia, para mantener esa dictadura en decadencia que protagonizan los Castro en la famosa isla de la música, devenida en cárcel colectiva.

La crisis del gobierno de Maduro, heredada de la incapacidad y la improvisación que caracterizó a su predecesor botarata, y agravada por el cúmulo de tensiones y enfrentamientos en que los grupos que pactaron el control del gobierno no saben enfrentar, utiliza métodos inmorales que van desde grabar conversaciones ya ni siquiera por teléfono, sino en casa particular y usarlas para el escarnio público, hasta publicar fotos de eventos personales, al estilo Chapita Trujillo, que vestía de mujer al ministro caído y aparecía en los más importantes diarios dominicanos. O usar a Diosdado Cabello, el más anticomunista de los jerarcas del régimen, como el gran provocador de la comarca y él, haciendo de tonto útil a la comparsa que cada día lo desacredita más ante propios y extraños. O elaborar la más encarnizada cacería de brujas a través de los medios oficiales, que afortunadamente se ven poco, para inyectarle más dosis de violencia a una sociedad que presencia el espectáculo de ser uno de los países más inseguros del planeta.

Hoy presenciamos otro capítulo más de esta decadente historia, donde el Parlamento, la única institución donde conviven rojitos y demócratas, donde la mayoría circunstancial viola Constitución, Reglamento Interior y toda cuanta norma se pueden pasar por el forro de las que te conté, no quiere designar ocho magistrados del TSJ y tres rectores del CNE, al igual que al titular de la Contraloría General de la República: la solicitud de la Ley Habilitante.

El señor Maduro, aunque revestido de ilegitimidad, sobre todo por su controversial e inexistente partida de nacimiento, además de su no aclaratoria por la doble nacionalidad, venida por derecho materno, puede pedir la Habilitante que quiera, así sea inútil y tenga fines nada decorosos, porque hay suficiente normativa legal para enfrentar a los ladrones, casi todos ellos de cuello rojito, de súbitas riquezas y multimillonarios negocios, y poner orden en el caos económico, provocado por la revolución.

A lo que no tienen derecho es a esa operación nefasta y siempre útil de crear cizaña, a la que como buenos venezolanos, que nos encanta un rumor, le ponemos más ingredientes. Durante casi cinco meses, han hablado del diputado 99. Han pregonado que llegarán hasta el 101, pero hasta el sol de hoy, ha sido imposible abrir una brecha en la muralla democrática. Cada vez que se abre el debate en los grupos de los cuales formamos parte en la bancada de la MUD, coincidimos en que es el deseo del PSUV seguir creando incertidumbre en nuestras filas y en el país. Aunque siempre queda la duda, existe la convicción de no caer en el juego oficialista.

Y lo hago con una simple pregunta ¿si tuvieran el 99 ya no se hubiesen jugado a Rosalinda? Y comienzan a tirar rumores a la calle, jugada preferida de los aparatos de seguridad dictatoriales y de laboratorios de guerra sucia. Primero anuncian el antejuicio de mérito contra María Mercedes Aranguren, diputada del PSUV en Monagas. Su suplente, Carlos Flores, es un hombre que ha sido agredido durante mucho tiempo por las huestes de Diosdado y las malas lenguas dicen, porque no aparece por ningún lado, que supuestamente está en Fuerte Tiuna. Pero el martes, se escuchó que no es por ahí que va la lapa, sino que es uno de los nuestros. Miguel Salazar, que no esconde su pasión por el oficialismo, afirma que es Pedro Pablo Fernández, diputado suplente por Portuguesa y mientras eso pasa, ligando a su padre, Eduardo, en una especie de conspiración con el gobierno, el tigrito como lo llaman, anda dando cursos a los candidatos a concejales de la MUD y a los comandos de campaña democráticos en todo el país. Si eso fuese cierto, mejor estuviera esperando su paga en dólares.

Pero Pedro Pablo no está hecho de esa fibra. Una es el discurso de diálogo y reconciliación que necesita el país, pero que no es compatible con algunos extremos del gobierno y también de la oposición, y otra, es la negociación bastarda. Y esto lo digo, porque así como han escrito de Pedro Pablo, han hecho otro tanto con muchos de nosotros.

No se puede meter las manos en fuego por nadie, pero la cizaña camina, y a algunos se les hace agua la boca, pero tenemos una bancada que ha aguantado las arremetidas del poder, porque su acción y su verbo, está comprometida con sus electores y con su país. Estamos repitiendo, aún sin la grandeza de uno de los gigantes del siglo XXI, Nelson Mandela, lo que en la cárcel sostenía con firmeza: “Todo hombre o institución que intente arrebatarme mi dignidad, sufrirá una derrota, porque no estoy dispuesto a perderla a ningún precio y bajo ninguna clase de presión”.

Dip. Ivan Colmenares
ivancolbe@hotmail.com

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